Potitos saludables = Bebés felices
Por norma general, entre el 4º y el 6º mes de vida los seres humanos comenzamos a disfrutar de los alimentos sólidos. En ese momento las frutas, las verduras, las proteínas y las grasas comenzarán a desfilar por nuestro paladar creando las bases de salud y alimentación que serán cruciales en la compleja fase de crecimiento de los años venideros. Esta tarea conlleva una enorme responsabilidad por parte de los padres que deberán escoger muy bien que y cuando dar lo correcto a los delicados sistemas digestivos de sus retoños y más aún con las temidas alergias alimentarías acechando en tantos alimentos. Además con la apretada agenda que manejan muchas familias se complica aún más la tarea de darles los mejores alimentos posibles sin recurrir a los potitos precocinados que nos ofrece el mercado de la alimentación infantil. Precisamente la ONG británica “Sustain” que se dedica a promover una alimentación más sana, en una campaña sobre alimentación infantil, realizó un estudio que reveló como se encuentran en el mercado infinidad de productos entre ellos los potitos que contienen altas dosis de azúcares, grasas trans y otros componentes absolutamente perjudiciales para niños de tan corta edad. Y más sorprendente aún es que encima muchos de estos productos se promocionaban como alimentos saludables. Lo malo es que en un mundo donde la alimentación se encuentra tan globalizada, esto que podríamos pensar que sólo afecta al mercado alimenticio anglosajón también nos toca, y muy de cerca.
Cuidado con los potitos-basura
A la hora de comprar alimentos infantiles es importante tener en mente que ingredientes no deberían nunca figurar en la etiqueta. Para empezar no deberían contener jamás “sacarosa” o azúcar común ya que es un ingrediente nutricionalmente vacío pero cargado de calorías. Pero lo más grave del azúcar es que si el bebé se acostumbra demasiado a ese tipo de sabores azucarados después no va a ser nada fácil que acepte los sabores naturales de la fruta o su acidez. Tampoco deberían contener sal ya que el sodio natural de muchos alimentos es más que suficiente y cualquier añadido extra sobrecargaría los pequeños riñones del bebé. Otros ingredientes absolutamente nocivos para los niños de tan corta edad serían cualquiera que contenga grasas saturadas como la mantequilla o grasas hidrogenadas como la margarina que a veces figuran entre las galletas de destete o en otros productos infantiles. Y cuidado con unos enemigos invisibles pero de impredecibles consecuencias: los pesticidas y residuos químicos. Para evitar posibles alergias siempre que podamos deberíamos comprar frutas y verduras biológicas, y si no encontramos al menos lavarlas cada pieza muy bien y retirar toda su piel antes convertirlas en alimento para nuestro bebé.
El potito perfecto
Nunca debemos menospreciar el papel del potito en la alimentación de nuestro hijo ya que gracias a estos ellos van a aprender a masticar, tragar y más importante: a descubrir los sabores que les gustan. Además debemos buscar un buen equilibrio nutricional en el que las vitaminas y minerales de las frutas y las verduras se compaginen bien con pequeñas porciones de proteínas y grasas cuando llegue el momento de introducirlas en la alimentación de los pequeños. El primer año de vida las necesidades nutritivas son mayores y aunque el niño seguirá todavía con la lactancia materna o con la leche de sustitución, a partir de los 6 meses sólo con la leche ya no basta. Cuando empecemos con las papillas lo ideal es que estas sean de un solo ingrediente por vez y sin ningún tipo de grumos. Podemos comenzar con una papilla de manzana o pera y poco a poco ir probando con otras frutas, siempre asegurándonos de que estén maduras. Tras hacer la comprobación con varias frutas que no producen reacciones podemos comenzar a mezclarlas y empezar a probar con verduras como la zanahoria, la calabaza o la patata. Pasada la primera fase de testeo, en la que nos aseguremos que nuestro hijo no es alérgico a ninguna de estas frutas o verduras ya estamos preparados para empezar a combinarla y una buena regla a seguir es intentar mezclar siempre colores diferentes para asegurarnos el máximo de nutrientes. Para cuando el niño esté rondando el año de vida y esté preparado para empezar con los cereales lo mejor sería incorporar a la dieta las variedades libres de gluten como el amaranto o la quinoa que además son muy proteicos y nutritivos. Además estos cereales se consiguen por norma general de marcas biológicas con lo que así tenemos una tranquilidad extra en lo que respecta a los pesticidas. Otros cereales muy interesantes para añadir a las papillas serían el mijo y el proteico trigo sarraceno que es un buen sustituto de la carne. Cuidado con excedernos con los cereales integrales y a evitar el salvado, ya que un exceso de fibra puede dificultar bastante sus digestiones. En lo que respecta a las legumbres, la mejor sin duda es la lenteja roja que la van a digerir más fácilmente por no tener piel. Después podemos introducir otras legumbres como los garbanzos pero tomando la precaución de cocerlas mucho y pasarlas por un pasapuré para eliminar sus pieles. Para darle una ración extra de lípidos, más allá de la leche, tenemos dos buenas opciones para nuestras papillas. En el caso de ser de verduras le podemos meter un chorrito de aceite de oliva virgen en crudo cuando la papilla esté lista para tomar, y si es de frutas podemos mezclarle un poquito de aguacate maduro, una fuente de grasas “buenas” y vitamina E inmejorable. Si elegimos otro tipo de aceite es fundamental que escojamos los que hayan sido prensados en frío y que aún conservan su contenido de vitamina E.
Papillas express para padres trabajadores
Si bien cuando no tenemos tiempo hay marcas ecológicas que elaborar excelentes potitos, nada puede igualar a la frescura de una papilla elaborada por nosotros. Y la realidad es que en preparar unos excelentes potitos caseros no se necesita mucho tiempo ni complicados conocimientos culinarios. Una posibilidad es comprarnos una vaporera para cocer la verdura y algunas frutas lo que nos permitirá relajarnos y no estar tan pendientes de los tiempos de cocción. Podemos tener precocidos pequeñas porciones de arroz, quinoa o cualquier cereal elegido y guardados en la nevera para ir añadiendo a las papillas antes de batirlas. Si no utilizamos estos cereales antes de 4 días lo mejor es tirarlos. Para los que trabajen y les resulte imposible hacerlas en el día, no hay problema ya que pueden congelarlas. Incluso podemos congelarlas en cubiteras grandes y después descongelar cubitos de diferentes frutas y verduras para hacer combinaciones. Sólo hay que tomar dos precauciones: Una es descongelar los potitos en la nevera para que al descongelarla no empiecen a proliferar las bacterias, y la otra es no congelar papillas elaboradas con frutas ricas en vitamina C (cítricos o kiwi) ya que perderemos casi toda su riqueza en este micronutriente. Lo que también es importantísimo tener presente es que al descongelar la papilla, lo que no se coma en el día, deberemos tirarlo. Si estamos de viaje y no podemos acceder a una batidora podemos darle a nuestro bebe la fruta abriéndola por la mitad y raspándola con una cucharita. Sin duda esta es la forma más fácil y rápida de darle la fruta en formato puré para los bebés que todavía no han incorporado los alimentos sólidos.
Laura, nos ha encantado el artículo. Totalmente de acuerdo: lees las etiquetas de los potitos convencionales y es para echarse a llorar. Esta fue una de las principales razones por las que iniciamos el proyecto MamiSpoon, en el que fabricamos potitos 100% ecológicos lo más parecidos a los que haría una mamá/papá en casa: sin azúcares añadidos, sin sal, sin espesantes, sin zumos concentrados, sin aditivos químicos,… y además, buenísimos!!!