El Aloe Vera en nuestra cocina
El Aloe Vera es sobre todo conocido por sus extraordinarias propiedades para tratar problemas asociados a la piel como quemaduras, eczemas, heridas o psoriasis, entre otros. Lo que no se sabe tanto es que es un alimento de gran riqueza nutricional, que incluye un amplio surtido de aminoácidos, vitaminas, minerales y enzimas (que van a potenciar la absorción de cualquier nutriente que lo acompañe). Es además un excelente depurativo que estimula la eliminación de toxinas dañinas y que puede llegar a actuar de purgante. Es un poderoso antibiótico y antiinflamatorio natural y tomado con regularidad mejora nuestro tránsito intestinal y equilibra nuestra flora interna.
Si no estamos acostumbrados a su consumo lo ideal sería introducirlo en nuestra dieta poco a poco para dar tiempo a que nuestro organismo se habitúe a sus componentes. Y hay que recordar que no todo el mundo puede beneficiarse de sus propiedades ya que su consumo esta desaconsejado durante el ciclo menstrual, entre embarazadas y en niños menores de 10 años. Quienes padezcan de insuficiencia renal o cardíaca, hemorroides o cistitis deben asegurarse que el Aloe que usen esté bien limpio de aloína ya que puede resultarles si no muy irritante.
EL ALOE SUPER NUTRITIVO
El aloe en la cocina
Antes de disfrutar del Aloe Vera fresco en nuestra cocina es necesario seguir unos sencillos pasos:
1. Lo primero es cortar la hoja por la base de la planta y dejarla reposar un buen rato con el corte hacia abajo para que suelte gran parte de su amarga aloína. También podríamos ponerla directamente en remojo una hora.
2. Después deberemos pelar el trozo que vayamos a utilizar y lavarlo muy bien bajo el grifo para retirar todo el acíbar o látex que además de sumamente amargo, es muy purgante y con poco interés nutricional.
3. Una vez limpio, podemos trocearlo y comerlo al natural o agregarlo a macedonias de fruta y ensaladas. También podemos batirlo y hacer un zumo que podemos incluir luego en nuestras bebidas, batidos o preparaciones en crudo.
Consejo: Lo ideal es utilizarlo en platos fríos y si vamos a incorporarlo a postres o mermeladas, hay que hacerlo hacia el final de la cocción, para no destruir parte de sus sustancias nutritivas. Por último recordar que el trozo de penca que no utilicemos nos puede aguantar aproximadamente dos semanas (envuelto en film y en la nevera) aunque irá perdiendo parte de sus nutrientes con el transcurrir de los días. También podemos congelar lo que no usemos para agregar luego a batidos y bebidos como si fueran pequeños hielos.
Truco: Un gran aliado para ayudar a contrarrestar el amargor del Aloe cuando lo tomemos en forma de zumo o batido es el sirope de agave crudo que además enriquece su ya de por si gran contenido en micronutrientes.
Idea: Si queremos multiplicar sus maravillosos efectos podemos agregarle unos trocitos a la elaboración de nuestro kefir de agua que después podremos comernos.
El mejor Aloe
Si queremos estar seguros de estar utilizando el mejor Aloe deberíamos comprobar que sea el de la variedad “Barbadensis” y a ser posible procedente de cultivos biológicos que utilicen métodos artesanales de procesado que no desvirtúen sus propiedades. Igualmente importante es cerciorarnos que en el envasado se hayan evitado ciertos aditivos químicos que pese a alargan la vida del producto van a mermar sus capacidades terapéuticas. Si lo vamos a utilizar también para uso externo es conveniente que comprobemos que contiene aloína ya que gran parte de los productos comercializados con Aloe carecen de esta preciada sustancia. Por todo esto lo más recomendable es proveernos de una planta de Aloe Vera, recordando que para ser rica en aloína debe ser mayor de 3 años La buena noticia para aquellos con poco tiempo para la jardinería es que se trata de una planta muy agradecida que requiere de muy pocos cuidados y riego. Sólo hay que tenerla siempre en algún sitio calentito, dentro o fuera de casa, y expuesta a la luz del sol.